martes, 18 de octubre de 2011

La Comunidad

Todo en  la Comunidad parecía intentar hacerte sentir en casa, no era mas que una burda imitación de lo que alguna vez debió ser vivir en la Tierra, yo ya llevaba quince años  allí y no había dejado de sentirme extranjera, al fin y al cabo  aquello no era más que un enorme edificio de hormigón plantado en medio de un mundo que ya no nos pertenecía.
La gente sonreía, se esforzaba por olvidar que hubo un tiempo en que éramos libres, luchaban por ceñirse al presente y fingían disfrutar de las flores artificiales y la repugnante comida deshidratada, como si por el mero  hecho de aparentar felicidad fueran a conseguirla. A veces casi no podía contener las ganas de gritar, de hacerles sacar la verdad, de hacerles confesar que la vida en la Comunidad les desagradaba tanto como a mí. Pero pasaba el tiempo y todo seguía igual, nadie hacía nada, nadie se atrevía a expresar en voz alta lo que todos ocultábamos tras una sonrisa.
Recuerdo que en los primeros años, aún había quien hablaba de la vida antes de Ellos, de lo diferente que era y de cuanto la echaban de menos… Pero según pasaban los días, según iban perdiendo la esperanza de salir de allí, olvidaban, porque a veces el olvido es la mejor solución, sobre todo cuando ya no quedan fuerzas para luchar.
Ellos no eran muy distintos de nosotros, eran nuestra versión mejorada, eran el producto de nuestra ambición y nuestra mayor derrota. Los hombres no podemos conformarnos con lo que la naturaleza nos ofrece, buscamos mas, buscamos la perfección, no podíamos concentrarnos en disfrutar, teníamos que ir más allá. ¿ De verdad somos los  seres vivos más perfectos de la creación?  Me cuesta mucho creerlo, nuestro inconformismo nos hace infelices, y peligrosos.
Todo empezó con nuestra obsesión por combatir la muerte, quisimos ser inmortales, y dejamos de ser humanos, dejamos la naturaleza a un lado, y nos metimos en un laboratorio. Nuestro propio nacimiento dejo de ser algo natural, comenzó a ser algo programado, estudiado, nuestros progenitores podían elegir nuestro color de pelo, nuestra estatura, nuestro coeficiente intelectual e incluso podían hacernos inmunes a cualquier enfermedad. Así nacieron ellos, son perfectos, no enferman, son increíblemente hermosos y nos han expulsado de nuestro propio hogar.
Son tan superiores que no veían la necesidad de compartir su espacio con nosotros, los imperfectos, inferiores en todos los aspectos. Somos pocos los hombres que quedamos sin perfeccionar, somos pocos los que aún debemos nuestra existencia a nuestros padres y no a una probeta, que somos el resultado de la genética y no de una serie de cálculos matemáticos, somos pocos y todos vivimos aquí, en la Comunidad, el único lugar que Ellos aún no han ocupado.
Luchar es inútil, cada cierto tiempo enviamos un ejército a buscar otros supervivientes, nunca vuelven. Es cuestión de tiempo que nos descubran y acaben con nosotros definitivamente. Solo tratamos de hacer la espera lo más confortable posible, fingiendo que la Comunidad es algo más que un escondite suficiente .Sé que soy afortunada, y se que no  debería quejarme de mi situación, fui una de las últimas imperfectas que lograron traer con vida, según me han contado, estaba sola, lo más probable es que mis padres ya hubieran muerto pero Ana se hizo cargo de mi. Podría haber terminado en la casa de huérfanos pero ella lo impidió, no sé exactamente qué es lo que la impulsó a hacerlo, ni por qué me escogió a mí y no a cualquier otro niño. Solo tenía cinco años cuando me trajeron, no soy capaz de recordar nada de mi vida pasada, solo tengo la certeza o la esperanza tal vez, de que era mejor que aquello, siempre espere que hubiera algo mejor y ahora con mis veinte años, sigo esperando. Ana tiene una pequeña tienda de ropa en  la Comunidad, es un buen negocio, sencillo, pero nos da de comer, trabajo con ella todas las tardes y dedico las mañanas a la universidad. Voy a la facultad de humanidades a estudiar Historia, siempre tuve muy claro que era eso lo que quería hacer, me siento irremediablemente atraída hacia el pasado, hacia cualquier cosa que no   tenga que ver con mi realidad presente, nunca se sabe, tal vez conociendo todo lo que nos ocurrió a lo largo del tiempo pueda entender exactamente lo que nos ha conducido aquí. Ana siempre me dice que no es bueno vivir pendiente de las cosas que ya pasaron y no podemos cambiar, pero yo creo que esa es la única solución cuando vives un presente que te desagrada, una manera de escapar. Nunca he sido una persona fácil de tratar, siempre he sido distinta a los demás, he pasado mi vida entera enterrada bajo un montón de libros antiguos, evitando cualquier contacto con el resto, ellos no me entienden y tampoco se molestan en hacerlo, odian la manera en que yo hablo del mundo exterior, porque les obliga a pensar, y tal vez, a añorar tiempos mejores. Prefieren fingir que no hay nada más allá de las paredes de la Comunidad y rechazan a cualquiera que pretenda sacarles de su error.
 Vivía con Ana en uno de los pisos inferiores, no era ni demasiado grande ni demasiado pequeño, era como todos los demás apartamentos de la zona, allí teníamos todo lo que necesitábamos. Ella siempre respeto mis excentricidades, me apoyó cuando los demás me dejaron de lado, nunca llegue a conocer a mi madre pero no creo que hubiera podido cuidarme mejor de lo que Ana lo hizo, ella es lo único bueno que puedo sacar de mi vida en la Comunidad y el único motivo por el que seguía allí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario